Gioconda Belli (9 de diciembre de 1948, Managua (Nicaragua).
Vivió en el seno de una
familia acomodada, segunda de cinco hermanos.
Estudió en Managua,
España y EEUU.
En 1967, contrajo
matrimonio del que nacerá su hija primogénita. Desde sus primeros poemas que se publicaron en 1970
en el semanario cultural del diario La Prensa de su país, fue considerada
revolucionaria en su manera de abordar el cuerpo y la sensualidad femenina.
En 1972, con su libro Sobre la
grama, ganó el Premio de Poesía Mariano Fiallos Gil, el mas prestigioso
de Nicaragua.
Fue una firme opositora a la dictadura de
Somoza, por lo que tuvo que exiliarse a México y Costa Rica y se integró a las
filas del FSLN, organización en la que militó desde 1970 hasta 1994, desde la
que actuó como correo clandestino transportando armas y viajando por Europa y
América Latina obteniendo recursos y divulgando la lucha sandinista.
Se casó por segunda vez y tuvo otros dos hijos.
Tras el triunfo
sandinista fue representante sandinista ante el Consejo Nacional de Partidos
Políticos y portavoz del FSLN en la campaña electoral de ese año.
Dejó la vida política
para dedicarse a escribir su primera novela, sin dejar nunca de lado la poesía.
Se casó por tercera vez
en 1983, y tuvo otra hija.
Algunas de sus obras:
En 1972, con su libro Sobre la
grama, ganó el Premio de Poesía Mariano Fiallos Gil, el mas prestigioso
de Nicaragua.
En 1978, obtuvo el
prestigioso Premio Casa de
las Américas (Cuba), en el género poesía por su libro Línea
de
Fuego.
En 1988,
publicó su primera novela La Mujer Habitada,
que fue muy bien acogida.
En 1990, se
publicó la segunda novela, Sofía de los Presagios.
En
2001, apareció en El País, Bajo mi piel, sobre sus vivencias durante los años de
militancia sandinista.
En 2008, publicó su novela El
infinito
en
la
palma
de
la
mano,
galardonada con el Premio Biblioteca Breve 2008, de la
editorial española Seix Barral, y el Premio Sor Juana Inés de
la Cruz.
En 2010, publicó El
país de las mujeres y en 2014, El intenso calor de la luna.
«Consejos
para la mujer fuerte»
Si eres una mujer fuerte
protégete de las alimañas que querrán
almorzar tu corazón.
Ellas usan todos los disfraces de los carnavales de la tierra:
se visten como culpas, como oportunidades, como precios que hay
que pagar.
Te hurgan el alma; meten el barreno de sus miradas o sus llantos
hasta lo más profundo del magma de tu esencia
no para alumbrarse con tu fuego
sino para apagar la pasión
la erudición de tus fantasías.
Si eres una mujer fuerte
tienes que saber que el aire que te nutre
acarrea también parásitos, moscardones,
menudos insectos que buscarán alojarse en tu sangre
y nutrirse de cuanto es sólido y grande en ti.
No pierdas la compasión, pero témele a cuanto conduzca
a negarte la palabra, a esconder quién eres,
lo que te obligue a ablandarte
y te prometa un reino terrestre a cambio
de la sonrisa complaciente.
Si eres una mujer fuerte
prepárate para la batalla:
aprende a estar sola
a dormir en la más absoluta oscuridad sin miedo
a que nadie te tire sogas cuando ruja la tormenta
a nadar contra corriente.
Entrénate en los oficios de la reflexión y el intelecto
Lee, hazte el amor a ti misma, construye tu castillo
rodéalo de fosos profundos
pero hazle anchas puertas y ventanas.
Es menester que cultives enormes amistades
que quienes te rodean y quieran sepan lo que eres
que te hagas un círculo de hogueras y enciendas en el centro de tu
habitación
una estufa siempre ardiente donde se mantenga el hervor de tus
sueños.
Si eres una mujer fuerte
protégete con palabras y árboles
e invoca la memoria de mujeres antiguas.
Haz
de saber que eres un campo magnético
hacia el que viajarán aullando los clavos herrumbrados
y el óxido mortal de todos los naufragios.
Ampara, pero ampárate primero.
Guarda las distancias.
Constrúyete. Cuídate.
Atesora tu poder.
Defiéndelo.
Hazlo por ti. Te lo pido en nombre de todas nosotras.