Flora Célestine Thérèse Henriette Tristán y Moscoso Lesnais (Flora Tristán) (París; 7 de abril de 1803 - Burdeos; 14 de noviembre de 1844), fue una escritora, pensadora socialista y una de las fundadoras del feminismo.
Nació en una familia acomodada pero al morir su padre cuando ella tenía cuatro años, quedaron en la pobreza cuando el estado revolucionario francés no reconoció el derecho a los bienes a la viuda y a los hijos.
Pronto comienza a trabajar como obrera en un taller de litografía y con solo 17 años, se casa con el dueño de esta y tiene tres hijos (uno de ellos, Aline, será la madre del pintor Paul Gaugin).
Ante la mala marcha del matrimonio, se separa de su marido y emigra a Inglaterra donde se emplea como criada de una familia inglesa e inicia una lucha legal por la custodia de sus hijos que le llevaría años.
Viaja por diversos países realizando todo tipo de trabajos y, a través de las malas experiencias que va viviendo, se despierta en ella el pensamiento y actitud revolucionaria que la convierten en precursora del movimiento feminista.
En 1833, viaja a Perú, país natal de su padre, a reclamar la herencia de su padre pero solo consigue una pensión. Allí asiste a la guerra civil y comprueba las diferencias que existen entre las distintas clases sociales lo que afianza en su condición de defensora de los derechos y libertades de la clase obrera y de la mujer.
Definitivamente, se libra de su marido cuando después de recibir un tiro por su parte, es condenado.
Después de un nuevo viaje a Londres, consigue penetrar en la cámara de los lores disfrazada de hombre para defender a los obreros que malvivían en una sociedad que les daba la espalda. A ellos decide dedicar todo su esfuerzo y viaja por toda Francia apoyándolos.
El 14 de noviembre de 1844, fallece víctima del tifus con solo 41 años.
Sus ideas y sus vivencias quedaron reflejadas en una extensa obra entre la que cabe destacar Peregrinaciones de una paria, Paseos en París o La emancipación de la mujer.
En La
emancipación de la mujer la
autora instaba a luchar por la educación del
proletariado y enlazaba la lucha de género con la de clase, al considerar
inseparables la emancipación de la mujer y la liberación de la clase
trabajadora:
Flora Tristán se
convirtió así en la primera mujer en hablar del socialismo y de la lucha de
clases, mucho antes que Karl Marx, hasta el punto de que a ella se le atribuye
la autoría de la consigna: «¡Proletarios del mundo, uníos!».
«Escribo en
nombre de quienes sufren, en nombre de quienes tienen hambre, en nombre de las
inocentes víctimas del inmoral tráfico de un matrimonio concertado, en nombre
de las mujeres a quienes arrancaron el corazón y que no se atreven a quejarse
puesto que la sociedad las deshonrará condenando a regañadientes a sus
agresores… Mujeres, vosotras, devoradas por la necesidad de amar, de actuar, de
vivir, ¿permaneceréis en silencio y siempre apartadas?…La mujer (la
mitad de la humanidad) ha sido expulsada de la Iglesia, de la ley, de la
sociedad. Mujeres, hermanas nuestras, ¡no hagáis oídos sordos a nuestra
llamada! ¿De qué os lamentáis ya que obedecéis?… Es fácil ceder, es fácil
callarse, es el precio de estar tranquila y de ser honorable… Pues bien, ¡os
digo que hay triunfo en la lucha!… En nuestra triste sociedad, la mujer es
paria de nacimiento, sierva de condición, infeliz por deber… La mujer no nació
para ser esclava, ¡sus derechos son los mismos que los de los hombres!… Uníos
todas para reclamar justicia, y la obtendréis. Que no decaiga nunca vuestra
protesta, que sea la de todas las voces, que tome todas las formas… Estad
siempre juntas y preparadas para responder unas por otras, veréis hasta qué
punto sois fuertes».
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