"Llegó el día soñado de Reyes. Se levantó corriendo y buscó en sus zapatos el regalo que le pidió a Melchor (era del único que se fiaba por ser mayor).
Al meter la mano, lo tocó y su corazón comenzó a latir tan fuerte que parecía que se le iba a salir del pecho.
Lo sacó con sumo cuidado no fuera a romperse, lo desplegó y dos lágrimas enormes rodaron por sus mejillas. ¡¡¡Por fin lo tenía!!!
Saltó, gritó y fue corriendo a abrazar a su madre que lo miraba feliz desde la puerta.
Ya podrían reunirse con su padre.
Melchor les había dejado "los papeles que tanto necesitaban"...
Lupe Hernández
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