Desde la Delegación de Educación e Igualdad y el Centro Municipal d
e Información a la Mujer, con la colaboración de la Delegación de Cultura, la Biblioteca Pública Municipal, Asociaciones de Mujeres, el Club de Lectura "Alféizar" y otros colectivos de nuestra localidad, se han desarrollado del 6 al 9 de marzo, una serie de actividades para potenciar la figura de la mujer y su empoderaramiento.
Tuvo lugar la inauguración de la Exposición de Poemas Ilustrados, Desnuda, de la escritora Erina Alcalá, con la que departimos sobre su obra y leímos varios de sus poemas.
VI
He llegado a cansarme de los años
de los trucos de mujer
de meter la panza cuando paso
junto a un hombre,
de la crema nocturna antiarrugas
de la crema de manos de día
de la cera fría con olor a chocolate
de la crema anticelulítica para muslos
los parches
las dietas supercaras...
El cuerpo, ha de ser ventana
que se adorne de la tarde,
dejar los pechos colgar como geranios
olvidar las arrugas de los ojos
envejecer como paloma
abrir una hilera de
lenguajes clandestinos
y morir como
mujer desnuda
al ocaso de la
tarde.
7 de marzo
Presentación del libro Historias de la Vieja Maestra, de Rosa Clemente
Tuviimos ocasión de asistir a la presentación del libro de Rosa Clemente, en el que relata anécdotas y vivencias que ha ido anotando a lo largo de su dilatada vida laboral como docente, primero, en un blog de gran aceptación por los lectores y ahora ha plasmado en el mencionado libro.
8 de marzo
Participamos en el mannequin challenger realizado por las asociaciones de mujeres y colectivos de Camas.
Durante los actos institucionales, se otorgaron diversos diplomas a grupos y colectivos implicados en las distintas actividades, recibiendo nuestro Club el reconocimiento por parte de la Delegación de Educación e Igualdad,
También tuvimos la gran alegría de comprobar que nuestra compañera Lola, había ganado el V Concurso de Relatos Cortos, bajo el lema "La igualdad, nuestro compromiso", con el relato, Emunba, que paso a transcribir.
Emunba
Hoy cuando he pasado por la barbería de Ricardo, me ha venido a la
memoria el día que mi madre revolucionó a todo el barrio con su lucha y
rebeldía por sus ideas y convicciones. Mamá era una persona muy sociable y
hablaba con todo el vecindario. Ir por la calle con ella, era un auténtico
suplicio, sobre todo si tenías prisa, porque a cada paso que daba, se paraba
con alguien.
Un día conoció a Emunba, una vendedora ambulante que pasaba cada día
con una cesta en la cabeza, cargada de pulseras, pendientes y collares que
amablemente ofrecía a un precio irrisorio. La senegalesa no podía pasar
desapercibida, era la luz, el color. De su piel negra resaltaba el blanco de
sus ojos y de sus dientes. Cuando caminaba parecía que el arco iris se había
estampado en las amplias túnicas que vestía. Era alta, fuerte, elegante. Andaba
con una parsimonia envidiable, esa que ya no queda en nuestro continente. No
era desagradable, pero tampoco simpática. Tenía un aire serio y respetuoso. Su mirada era triste, sus ojos, reflejaban la expresión de
esas personas a las que
el sufrimiento les ha aflorado por el iris. Mi madre casi todas las semanas le compraba algún
abalorio, no sólo porque a ella le encantaba la bisutería, sino porque además,
quería ayudarla. Sin embargo, a mí me fastidiaba
que malgastara su dinero porque dependía de una escasa pensión de viudedad.
Un día, como de costumbre, Emunba pasó por la cafetería donde solíamos ir cada mañana. Intenté persuadir a mamá para que no hiciera más
gastos innecesarios y en esta ocasión, me hizo caso, a cambio claro, de invitar
a Emunba a desayunar. Después de dudarlo mucho, la vendedora ambulante accedió.
Yo no sabía qué decirle porque además, ella, se sentía incómoda, pero
mamá no paraba de hacerle ofertas gastronómicas. Emunba, formaba parte de esas historias que cada día
leemos, escuchamos o vemos en los noticiarios. Pasó el estrecho embarazada de
casi ocho meses. Después de un largo y penoso itinerario de miles de kilómetros a través de varios países, llegó a España.
Empleó todos los ahorros y los de su familia, en busca de una vida
mejor y de una tierra prometida que todavía no había encontrado. Primero vino
su marido, llegó a la costa granadina y meses después, consiguió llegar a
Huelva y trabajar en la recogida de las fresas. A partir de ahí, le perdió la
pista y no volvió a saber nada más de él. Pensaba que podría estar en Francia o
en Portugal. Pero eso tampoco le inquietaba, estaba convencida que en cualquier
momento, podía volver a ponerse en contacto con ella.
-¿Cómo está tu niño?.- Le preguntaba mi madre.
-Está bien mami, está en el colegio.-
-¿Sabes Carmen?, a Emunba le gustaría ser peluquera y
su sueño es estudiar peluquería y montar un negocio.- Me decía mi madre con gran entusiasmo.
-En su país ella peinaba y cortaba el pelo a las
mujeres y los niños de su familia. ¡Lo
hace estupendamente!, ¡ mira!, ¡mira,! ¡cómo me ha peinado
a mí!
Durante la conversación no pude controlar mi curiosidad y eso que no
suelo hacer preguntas de ese tipo, porque en el fondo, no quiero sufrir, no
quiero saber más de lo necesario. Me afectan mucho las desgracias ajenas y
ésto, me lleva a veces, a querer huir de la realidad. La ignorancia y el desconocimiento te alejan del compromiso y te
instalan en la comodidad.
-¿Por qué dejaste tu país y a tu familia? ¿No tuviste miedo de perder
el bebé en un viaje tan largo y arriesgado, Emunba?.- Pregunté con atrevimiento y torpeza.
-Cuando no tienes nada que perder, desaparece el
miedo. Sí, podría haber perdido al niño, pero si me hubiera quedado en Senegal,
es posible que
hubiera padecido desnutrición o alguna enfermedad que aquí, se cura
con una medicina de la farmacia.
Me sentí como una estúpida por preguntar lo evidente y sentí vergüenza
y culpabilidad al mismo tiempo. En cambio mi madre, seguía la conversación en
la misma línea.
-Juan, tu hermano Ricardo, ¿sigue buscando un ayudante para la
barbería?.- le preguntó al camarero
del bar.
-No sé, Encarna, creo que todavía no ha encontrado a nadie, pero no
estoy seguro .
-Pues mira, aquí tenemos una candidata perfecta.- dijo mi madre sonriente y feliz.
La senegalesa se sorprendió tanto, que le cambió el semblante. Una
mezcla de asombro y de incredulidad se reflejaron en su rostro.
-Pero... yooo... no sé...mami..., ya lo he intentado y me piden muchos
papeles que no tengo.-
Aquella conversación concluyó y Emunba agradeció la invitación y se
marchó.
Mi madre insistía en ayudar a esta mujer, y yo, intentaba convencerla y
hacerle comprender que no era responsabilidad nuestra. Los
políticos, la administración, la iglesia, las ONGs, eran los encargados de
velar por estas personas. Nosotras salvo comprarle algún collar o alguna cosa, no
podíamos hacer nada más. Pero a mamá lo peor que se le podía hacer, era llevarle la contraria.
Se fue al ayuntamiento, a los servicios de asuntos sociales, a la parroquia, a
todos los lugares que ella entendía que debían resolver el problema de Emunba.
Una gran lista de personas en la
misma situación, pasaban cada día por todos estos lugares. Desde la trabajadora
social, hasta el párroco, pasando por los voluntarios de la Cruz Roja, todos
conocían a Emunba. Así que decidió buscar otra solución. Aquella misma mañana,
se fue directamente a la barbería de Ricardo y le
dijo que tenía una persona para el puesto de trabajo que éste tenía vacante.
Ricardo, el Tijeritas, así llamaban al barbero del barrio, pertenecía a la
tercera generación de esta profesión. Mi abuelo, mi padre, mis hermanos y mis
hijos, habían pasado por las manos de la familia Tijeritas. Ricardo se
puso muy contento cuando mi madre le ofreció un ayudante de confianza. Él
sentía gran aprecio hacia Dª Encarna, como la llamaba, así que accedió hacer la
entrevista al aspirante. Recuerdo perfectamente ese día memorable, que acompañé
a mi madre y a Emunba a la barbería.
-¡Ea! ¡Aquí está tu ayudante!. Es
trabajadora, ordenada, honesta y sobre todo, corta estupendamente el pelo.
No solo el dueño de la barbería, sino todos los clientes
que en ese momento se encontraban en el local, quedaron perplejos al ver a la
aspirante que habíamos recomendado. Ricardo no sabía cómo salir de aquella
situación hasta que se armó de valor, y le dijo a mi madre que una mujer no
podía trabajar en una barbería, que allí solo iban hombres, la mayoría muy mayores,
chapados a la antigua y que no iban a querer que una mujer les lavara el pelo.
Empezó a escudarse en la documentación, en la situación legal de Emunba, pero
cuando vio que mi madre le razonaba todos sus pretextos, dijo claramente:
-Noo, no es lo que yo estoy buscando. Lo siento Encarna,
póngase en mi lugar, me podría quedar sin clientes.
Nunca había visto a mi madre tan enfadada. Emunba y yo, no
nos pronunciamos y nos fuimos de allí bastante tristes y desilusionadas.
A la mañana siguiente se montó un gran revuelo en el
barrio. Los vecinos me alertaron que mi madre estaba en la puerta de la
barbería, gritando a todo el que pasaba por allí:
-¡Lavado y peinado gratis, calle de la igualdad, s/n, pidan
cita previa!.- Y les entregaba unos pequeños papelitos
con el teléfono de Emunba.
La dirección era inventada pues esa calle ni siquiera
existía. La mayoría de las madres que llegaban a la barbería para cortar el
pelo a sus hijos, rápidamente decidían probar suerte con la oferta de Encarna.
Corrí a toda prisa para allá y encontré a mamá rodeada de
mujeres y hombres que discutían entre ellos. Ricardo en cuanto me vio aparecer,
salió de la barbería implorando que lo ayudara a convencerla para que cambiara
de actitud.
Emunba llegó alarmada ante las llamadas de los posibles
clientes. Estaba asustada, pensaba que podría meterse en algún lío legal y ser
deportada a su país.
Mi madre se subió en el escalón de la puerta de la barbería
y como si de un mitin político se tratara, mandó callar a todos los que estábamos
presentes. La mayoría eran vecinos, amigos y conocidos del barrio, así que se
sentía como pez en el agua.
-¿A ver qué problema tienes tú, Fernando, en que una
mujer te lave el pelo? ¿Acaso no tiene dos manos iguales que las tuyas? o ¿Es
su color lo que no te gusta?-
-Es que no tiene título, no es peluquera.-
- ¿Y qué título hace falta, para lavar el pelo, barrer el
suelo o doblar las toallas?.-
-¿Ya no os acordáis cuando vuestros padres se marcharon a
Francia o Alemania, a trabajar en busca de una vida mejor?
-Y tú Eulalia, ya se te ha olvidado cuando trabajabas en la
fábrica de tejidos y te pusieron “de patitas en la calle”, por quedar
embarazada?
-Pero Encarna, ¿sabes lo
que cuesta hacer un contrato y dar de alta a una persona en la Seguridad Social?.-
-No lo sé, pero sí sé que sería el mismo importe para un
hombre que para una mujer, ¿no es cierto?.
Cada vez se iban aglomerando más y más vecinos del barrio y
a Ricardo, que por cierto era un buen hombre, se le iba de las manos la
situación. Él sentía un gran respeto por mi madre y no quiso llamar a la
policía para disolver el revuelo.
Pero lo más desagradable de todo, fue cuando nos dimos
cuenta que Emunba se había sentado en el suelo y cubría su rostro con las
manos, estaba llorando con gran desconsuelo. El comportamiento de mi madre le
había emocionado tanto, que no podía controlarse.
Varios vecinos del barrio plantaron cara a Ricardo y les
dijeron que sino le daba una oportunidad a Emunba, jamás volverían a entrar en
la barbería. Y mi madre insistía:
-Ricardo, dale una oportunidad al menos, que trabaje un
día, solo un día. Si no lo hace bien, contrata a otra persona.
El barbero se sintió tan presionado que
accedió a la prueba.
Al día siguiente, Emunba, acompañada por mi madre, tuvo su
oportunidad como ayudante de barbero. Los clientes que entraban en el local
quedaban asombrados ante la presencia de
una empleada y además, inmigrante africana. Pero mamá rápidamente, les
informaba acerca de la novedad. La curiosidad, junto con la polémica
contribuyeron al aumento de la clientela. El Tijeritas hizo la mayor caja de su historia. La mujer trabajaba con soltura
y eficacia. Limpió el suelo, ordenó las tollas y todo lo que su jefe le ordenó.
El primer día fue todo un éxito, hasta Fernando el cliente más reticente, fue a
cortarse el pelo.
Pasaron varios meses hasta que pudieron resolver las partes
más complicadas de la documentación para el contrato de Emunba, hasta que
finalmente lo consiguieron. Con el sueldo de su nuevo trabajo, consiguió
estudiar en una academia de peluquería y obtener la titulación para poder
ejercer.
Han pasado más de siete años desde aquel día y todo ha
cambiado mucho. Mamá murió el año pasado de la mejor manera que lo puede desear
un ser humano, dormida y sin sufrimiento aparente. Ricardo, la tercera
generación de los tijeritas, se
jubiló y cerró el negocio, pues ninguno de sus hijos quisieron continuar.
Emunba, con la titulación de peluquera, sus ahorros y las ayudas estatales,
abrió una peluquería unisex y todavía
sigue con la esperanza de reencontrarse con su marido.
Y yo, gracias a mi madre y a personas como ella, tengo una
visión muy diferente del mundo de la mujer y de sus
dificultades ante las mismas oportunidades que los hombres. Todavía quedan
muchas Emunbas en nuestro mundo pero también muchas Encarnas, como mi madre.
9 de marzo
Desde el Club, se coordinó el II Paseo Literario "Callejero en Femenino".
Durante una agradable caminata, se recorrieron diversas calles de nuestra localidad con nomenclatura femenina haciendo paradas en cada una de ellas y recordando a las protagonistas por medio de lecturas de reseñas de datos biográficos o literarios.
De esa manera, evocamos las figuras de la diosa Astarté, Mercedes de Velilla, Clara Campoamor, Dolores Ibarruri, Mariana Pineda, Maestra Carmen Fernández Carrión, Gloria Fuertes, Dulce Chacón terminando en la calle de Fernán Caballero, donde se descubrió un mosaico en el que se aclara que ese nombre e
ra un seudónimo de Cecilia Böhl de Faber, que se escudó en él para poder publicar sus obras y se apreciaran sin tener en cuenta su condición de mujer.




MANNEQUIN CHALLENGE REALIZADO POR ASOCIACIONES DE MUJERES Y COLECTIVOS DE CAMAS. "DÍA DE LA MUJER"
1 de marzo: 50º ANIVERSARIO DE LA PUBLICACIÓN DEL "DICCIONARIO DE USO DEL ESPAÑOL", DE MARÍA MOLINER
En un acto conmemorativo del cincuenta aniversario de la primera publicación del Diccionario de uso del Español de María Moliner, organizado por la Biblioteca Nacional de España y la Editorial Gredos, se presentó el día 1 de marzo la 4ª edición, ampliada y renovada.
En ella se recogen las novedades léxicas de los últimos años lo que hace del Diccionario una obra muy actual.
Destaca también, la incorporación de nuevas voces del español de Hispanoamérica.
En el mismo acto, se proyectó un fragmento de la ópera María Moliner, y del documental María Moliner. Tendiendo palabras, donde se muestra el propósito de la autora de redactar un diccionario que constituyera una guía en el uso del español “trayendo todos los recursos de que el idioma dispone”