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domingo, 5 de febrero de 2023

MUJERES DE OJOS GRANDES (Ángeles Mastretta)


Sobre la autora, Ángeles Mastretta 

Nació en Puebla, México, el 9 de octubre de 1949.

En sus obras, crea personajes femeninos sugerentes y ficciones que reflejan las realidades sociales y políticas de  su país.

Su carrera literaria la comenzó como poetisa, cuando ganó un concurso con La pájara pinta, que se convirtió en libro en 1978.

Pero lo que deseaba ​ era dedicarse a una novela que había estado planeando por años. Y se le presentó la oportunidad cuando un editor ofreció patrocinarle seis meses para que la escribiera. Así nació Arráncame la vida (1985), tuvo un éxito inmediato y ganó el Premio Mazatlán de Literatura al año siguiente y fue llevada al cine.

A esta primera novela le siguieron, en 1990, Mujeres de ojos grandes y en 1993, el libro de relatos cortos Puerto libre. Tres años más tarde volvió a triunfar con Mal de amores, que obtuvo el Premio Rómulo Gallegos de 1997, convirtiéndose en la primera mujer que recibía ese galardón. Desde entonces ha seguido publicando novelas y ha incursionado en otros géneros, como el cuento y los relatos autobiográficos; algunas de sus obras han sido traducidas a varios idiomas. 

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---- En Puebla, una ciudad situada a 140 Km. de México DF, según Mastrretta, hay muchas mujeres de ojos grandes.

Nos cuenta sobre Carmen, Isabel, Rosa, Mari, Eloísa, Josefa y muchas más. Hasta un total de 38, nos describe en su libro Mujeres de ojos grandes. 

Todas estas mujeres, por un motivo u otro, pueden considerarse excepcionales al haber vivido historias difíciles, debido, entre otras cosas, a la época en que ocurrieron.

Han sido mujeres capaces de casarse con hombres que no amaban pero que entendían que era lo más aconsejable, aunque luego, no tengan reparo en hacer a escondidas lo que su corazón o su cuerpo les pedía. 

Otras, son capacesde inventar novios, bodas y muertes para quedar como viudas antes que como solteronas.

La imaginación es libre  y, si hay capaces de perdonar al hombre que las volvió locas con sus infidelidades por llegar a entender que hay cariño suficiente para más de una mujer porque éste, no se agota.

Algunas no han dudado en continuar solas con sus hijos al mínimo indicio de malos tratos. Otra no acaba de morirse, con 103 años, por no querer ser enterrada junto a su marido. 

También hay quien ha renunciado al amor en favor de su pareja por entender que ésta iba a salir más beneficiado, laboralmente, si estaba solo.

Otra que, por amor a su marido y padre de sus hijos, no tuvo inconveniente compartir con otra mujer los últimos días de la vida de éste, pues sabía que ella también lo hacía feliz.

Natalia quería irse al mar y lo consiguió. Cuando regresó, venía envejecida pero con ilusiones nuevas.

Tenemos a dos gemelas,  Marcela y Jacinta, que les tocó vivir momentos difíciles pero supieron enfrentarlos como mujeres fuertes y llenas de amor la una por la otra .

La pasión sin freno también está en el libro y mujeres que anteponen esa pasión a cualquier otra circunstancia.  Otras las reprimen y prefieren seguir con sus matrimonios.

Hubo quien guardaba un poquito de las cenizas de todos sus seres queridos para que las llevasen con ella cuando falleciera, todas juntas.

Sentirse mujer florero y aguantar hasta no poder más, en el lugar menos indicado.

Sabía que era culpable cuando pensaba que su marido era ejemplar. Dejó de sentirse así cuando comprobó que su marido también le era infiel. 
En la última historia, hace honor al título del libro. Nace una hermosa niña de ojos grandes. Meses después, enferma. Todos los días, su madre le habla al oído del poder de las mujeres de la familia. No se explican como puede recuperarse. La madre sufrió pero nunca perdió la esperanza. Sabía que su hija era una mujer de ojos grandes.

                                      Eloísa Manzano


--- Mujeres de ojos grandes cuenta la vida de distintas mujeres a través de 35 relatos cortos o cuentos que aunque no están relacionados porque son historias independientes, si tienen un denominador común. Mujeres que viven en una localidad rural Mexicana, provinciana y llena de tradiciones, llamada Puebla. Son mujeres sencillas que sus vidas transcurren en torno a una vida cotidiana, con responsabilidades familiares.

 A pesar de esto, sus vidas no resultan tan dramáticas debido a las decisiones que ellas van tomando en cada caso, saltándose las normas y poniéndose a contra corriente. Para poder entender mejor estas historias, hay que contextualizarlas entre principio del siglo pasado y alrededor de los años 40.

En cada relato se va reflejando como cada “tía”, la protagonista de cada relato, se mueve de manera inteligente y revolucionaria dentro de una sociedad machista y de tradiciones donde el papel de la mujer es únicamente, el cuidado de los hijos y de los maridos. La autora también refleja muy bien la vida y el papel del hombre dentro de esa sociedad. En muchos casos son hombres egoístas, que no valoran a sus mujeres y en otros son torpes en los negocios que acaban arruinados siendo sus propias esposas las  tienen que resolverles sus problemas. 

Me ha gustado mucho el estilo de la escritora, sus descripciones, su narración en tercera persona a través de otra mujer. A veces surrealista e irónica. Me resulta muy difícil elegir una historia en concreto porque todas tienen un encanto especial. Pero me he quedado con dos de ellas que me han gustado mucho. Uno es el de tía Magdalena que se imaginaba cada noche a un marido diferente y se encontraron una foto de un hombre debajo de la almohada el día que murió. 

Otra que también me ha gustado mucho es el cuento de la mujer que tenía una amante y su marido la descubrió a través de la correspondencia de éste con ella, el marido reacciona disimulando ante la infidelidad de su mujer. 

                             Lola Rodríguez García


--- Me han parecido más interesantes:

La tía Charo.

A la gente le gustaba hablar con ella porque "su voz era como lumbre y sus ojos convertían en palabras precisas los gestos más insignificantes y las historias menos obvias".

Hablaba mientras trabajaba. Hizo unos ejercicios espirituales y se sintió culpable de lo que hablaba. El cura con el que confesó, le dijo que lo que hablaba no era malo y ella se sintió mejor.

Por su conversación la invitaban a todas las reuniones. En estas reuniones, se enteró de que el cura era un farsante y ella volvió a sentirse culpable-

La tía Cristina

No era bonita. Había cumplido 21 años y no había tenido ningún pretendiente.

Fue a una joyería a ver un anillo de compromiso y dijo que allí había  conocido a un español llamado Artero. Recibió una carta de compromiso para casarse con él, por poderes y representado por su amigo Emilio Suárez. Al poco tiempo, volvió diciendo que era viuda.

Siempre fue amiga de Emilio Suárez, aunque era imperdonable la amistad entre un hombre y una mujer.

El tal español con el que decía que se había casado, no existía pero no quería ser una solterona.

La tía Valeria

Fiel enamorada de su marido que era un hombre común y corriente.

¿Cómo lo haces - le preguntó un día su prima Gertrudis - para no aburrirte?  
- Nada más cierras los ojos, y haces de tu marido lo que te apetezca.

La tía Fernanda

Lo que le molestaba era la cadencia. Vivía alterada, Tenía mucho que hacer y cuando no lo tenía, se lo inventaba.

Enseñaba catecismo, costura, hacía colectas para la Cruz Roja, bailaba...

Hacer todas esas cosas sin confusión y ser bien humorada, era algo a lo que cualquier marido tenía derecho.

Sus encuentros con el amante, la dejaban extenuada. Era tan complicado quererse en los sótanos, en las azoteas, en lugares oscuros... Estaba siempre en peligro.

Cuando se despidieron, ella respiraba segura de que no quería volver a verlo, pero volvía de nuevo. Volvía a su casa entusiasmada y todo, hasta el deseo de su marido, se iluminaba.

- Es que el cariño no se gasta.

Cuando llegó el desapego de su amante, cayó en un espantoso caos, pensando. Pasaba las horas con la cabeza debajo de la almohada, llorando. Así pasó más de un mes.

Un día, bajó a desayunar con los suyos y fue a misa, como en los buenos tiempos y ya se le pasó toda la depresión.

La tía Carmen

Cuando se enteró de que su marido había caído preso de otro perfume y otros brazos, lo dio por muerto. Su madre, cuñada y suegra, la tomaron por loca y la llevaron al manicomio. Allí, sólo la visitaba la tía Fernanda que la convenció de que el cariño no se gasta. La convenció de que ella tenía dos amores.

Carmen, pensó que debía ser extenuante tener doble amor. Y cuando salió del manicomio recordaba lo que le había dicho una loca:"No arruines el presente lamentándote por el pasado ni preocupándote por el futuro".

Invitó al marido a una sopa en la casa, y éste volvió con ella.

La tía Magdalena

Un día llegó su marido a casa y abrió una carta que iba dirigida a ella y que decía lo siguiente:

"Magdalena, como siempre que hablamos del tema, terminas llorando e insistiendo en la locura de que nos quieres a los dos con la misma intensidad, he decidido no volver a verte.
No creo posible deshacerme alguna vez de mi deseo de ti. Alguna vez hay que despertar de los sueños. Acabar con este problema, nos hará bien a los dos.
Vuelve al deber que elegiste y no llames ni pretendas convencerme de nada.
          Alejandro

El marido,  la cerró la carta y la pegó con pegamento y se enfadó con el amante  porque pensaba que cómo esa persona no podía querer a su mujer con todas las virtudes que tenía.

Magdalena se dio cuenta de que el marido había leído la carta y le dijo que era un tramposo y que le parecía una actuación incorrecta.

La tía Ofelia

La vida la zarandeó  con arbitrariedades e infortunios pero ella no abrumó a nadie con las historias de sus pesares.

A veces, le dolían el aire y la tierra que pisaba, el sol del amanecer, las cuencas de los ojos...Despertaba a medianoche con la certidumbre de que se partiría en dos, segura de que el dolor se la comería de golpe, pero, apenas había luz, se levantaba y se ponía la risa. Salía al encuentro de los demás como si los pesares la hicieran flotar. Nadie se atrevió a compadecerla, nunca.

Empezaron a buscarla para pedirle ayuda. ¿Cuál era su secreto? 

Un día, le contó su secreto a una mujer joven cuya pena parecía no tener remedio.

- Hay muchas maneras de dividir a los seres humanos. Yo, los divido entre los que se arrugan para arriba y los que se arrugan para abajo y quiero pertenecer a los primeros. Quiero que mi cara de vieja no sea triste. quiero tener las arrugas de la risa y llevármelas conmigo al otro mundo. ¡Quién sabe a lo que habrá que enfrentarse allá...!

El libro me ha resultado un poco pesado porque ¡tantas tías, tantas tías, tantos personajes diferentes...! Llegó un momento en que me cansé y estuve varios días sin leer. Luego lo retomé porque era el del Club, de otra manera no lo hubiera leído.

                                              M. José Valverde
                                         

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